miércoles, 13 de mayo de 2015

LA JAULA DE LOS MONOS


He leído en La Nación de hoy que avanza en el mundo la legislación que da derechos a los animales y me puse a pensar que legisladores, periodistas y comunicadores sociales están sufriendo una desviación de orden cultural producto del populismo, la hipocresía, la falsedad y el cholulismo, actuales invasores de la humanidad.
Los animales deben ser protegidos por leyes que eviten el maltrato y el abandono, pero sostengo que no pueden tener derechos.
El concepto de “derecho” se ha referido siempre a los seres humanos, a las instituciones por ellos conformadas y se puede hablar de una gama muy extendida de derechos civiles, derechos políticos, derechos a la libertad, a la propiedad, a la libre expresión de pensamiento, a la libertad de prensa, a la libertad religiosa, etc  Surgen en la Edad Contemporánea los derecho sociales, los derechos constitucionales, los derechos de los trabajadores. Y se dice de una nueva tendencia a los derechos de los animales, lo que, repito, en mi opinión es una incongruencia. Me recuerda a la teoría o doctrina garantista del derecho penal. Quizá no haya relación, pero le veo una cierta similitud por la referida incongruencia.
Dejemos de filosofar y vayamos a la realidad imperante, un gope de timón que me parece oportuno. Pensemos por un momento en las jaulas de los monos, bien cuidadas, con atención veterinaria, agua y comida, carteles que advierten “se ruega no irritar a los animales” y alegres visitantes que les arrojan maní y bananas. Pasemos a otras jaulas, inmundas mazmorras abarrotadas de ancianos presos políticos, sin atención médica, sin alegres visitantes con maníes y bananas. Extendámosnos a los tribunales donde veremos el proceso de hábeas corpus para gorilas, atendido con prontitud y difusión periodística y tratemos de ubicar los hábeas corpus de los ocupantes de las fétidas mazmorras y veremos que se archivan en los canastos de desperdicios.
Volvamos nuevamente a las noticias del periódico y hagámosnos la ilusión de poder interpolar subrepticiamente en esos proyectos legislativos a los presos entre los monos, sin menoscabo para los primeros, ya que son tratados como animales y de esa manera le restituiríamos sus derechos de los que fueron privados al margen de cualquier legislación.
Es muy probable que este fantasioso relato sea criticado por avezados políticos y periodistas, debido a  la imposibilidad de que se pueda arribar a un final feliz como el señalado, pero estamos viviendo en el país de las maravillas de nuestra Presidente, Cristina, donde todo es posible, según los relatos que escuchamos por eslabones  en las cadenas nacionales que suele tirar frecuentemente.
Ayer mismo dijo que las cifras de crecimiento económico de nuestro país "no son magia, sino que son las políticas públicas" de los últimos años, y aseguró que la economía se seguirá sosteniendo "con el mercado interno "en un mundo que se cae a pedazos". Para terminar con: "Cuando uno escucha ciertas cosas y ve determinadas cosas se pregunta en qué mundo viven".