sábado, 20 de diciembre de 2014

Raspando el Barniz

La constante verborrea de frases sin sentido, inoportunas y en la mayoría de los casos abstrusas, que a menudo pronuncia nuestra Presidente con el objeto de aparentar cultura e inteligencia, se manifestó en su opinión sobre la reanudación de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Lo señalamos en su oportunidad cuando dijo: que "los yanquees tardaron 53 años en darle la razón a los cubanos." No se trata de quién tuvo o tiene la razón, es un entendimiento que ojalá rinda sus frutos, en especial para el pueblo cubano que tiene la chance de salir de un sometimiento infame y conocer los beneficios de la democracia.
Pero puestos en su equivocada afirmación, pareciera que el asunto es a la inversa, según leemos en un sagaz artículo del periodista Carlos Lauría :
"Para desmontar un sistema tan restrictivo y arcaico, será necesario el compromiso ineludible de Cuba para ratificar e implementar los pactos internacionales sobre derechos humanos que ha firmado, para garantizar la libertad de expresión e información, incluido el uso de Internet, la liberación sin condiciones de todos los periodistas presos y el desmantelamiento de un andamiaje legal obsoleto que castiga hasta con penas de cárcel cualquier tipo de periodismo independiente.
Dos años después del triunfo de la revolución cubana, Fidel marcó los límites de la libertad de prensa en Cuba con una recordada frase: "Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada". En este nuevo escenario, Cuba necesitará reinventarse, pero sobre todo aceptar que el derecho a la libertad de expresión existe dentro de cada persona y no es un regalo concedido por el Estado."
Finalmente, siguiendo la línea argumental de la Presidente, los cubanos tardaron 53 años en darle la razón a los yanquis. Ni equivocándose acierta con sus sentencias.