lunes, 3 de noviembre de 2014

Scioli y Massa, se reflejan como espejos.

Continuando con una tendencia, ya cristalizada en el cristinismo, "el otro tiene la culpa" nos encontramos con los candidatos a presidente Scioli y Massa jugando un ping pong de turbias acusaciones, con respecto a las inundaciones. Ambos como el pez, por la boca mueren.           El primero adjudica las inundaciones "a la proliferación sin precedentes de barrios cerrados que ha ido en detrimento de los vecinos que los rodean."  Es decir, sostiene la tesis de su ministro Aparicio, la culpa la tienen los oligarcas y Dios hizo justicia, argumento irrebatible por la moralidad que lo envuelve, Dios se convirtió en justiciero: "Mueran los salvajes oligarcas".   A su vez, el candidato Massa ex intendente de Tigre, eludió la elíptica acusación de su competidor de que los intendentes son los culpables en sus partidos por problemas de planificación urbana, responsabilizando al Gobernador con el argumento de que "la normativa provincial lo que establece es que cada urbanización especial la firma por decreto el gobierno de la provincia"
Tengamos en cuenta que los dos rivales al sillón de Rivadavia, ocuparon altas funciones en el gobierno kirchnerista, uno como vicepresidente y el otro como director verdugo en Anses y jefe de gabinete después. Sus postulaciones son un "revival", un más de lo mismo, ya que vienen del seno materno que hoy nos tiene ajusticiados sin piedad. 
La elecciones están cerca y estos antecedentes son muy valiosos para tenerlos como guía en el abanico de más de quince candidatos que ya comenzaron sus campañas. No podemos ni debemos equivocarnos nuevamente. Analicemos con inteligencia, con sentido común la personalidad de cada uno de ellos, sus presentaciones, sus programas, sus plataformas, su  idoneidad para tan importante gestión. Desechemos lo fatuo, los actos populistas, opuestos a los populares, las fotos con distintas personalidades, la sonrisas fingidas, la chabacanería, las promesas de imposible cumplimiento y las doctrinas elípticamente esbozadas de un nuevo orden contrario a nuestra Constitución Nacional, a nuestras costumbres y a nuestras
tradiciones familiares. Llevemos un cuadernito orientador para el momento decisivo.