domingo, 23 de noviembre de 2014

Proselitismo político


Massa apuesta a su personalidad fotogénica y su publicidad se basa en las apariciones mediáticas con partidarios que pueden otorgarle votos de la gente que elige por simpatía más que por un programa partidario.
El candidato presidencial busca aparecer en lo diarios e informativos, en interesante compañía de reconocidos políticos. Ya se le vió en fotos con los prominentes radicales Gerardo Morales y José Cano y proyecta seguir con quince radicales en Corrientes. Tuvo su foto con el senador "Nito Artaza", ambos coincidieron en convencer a los jubilados con promesas, difícil gestión si se tiene en cuenta que el primero fue director de Anses, pésimo recuerdo para la clase pasiva y el segundo, una vez instalado en su sillón legislativo se olvidó de ella a pesar de su compromiso.
También lo vimos con dirigentes del partido Encuentro Liberal y con el ministro Aníbal Godoy miembro del gabinete del radical Ricardo Colombí.
Posteriormente llegará el turno de otra foto con el senador por Formosa y Presidente de la UCR en dicha provincia Naidenoff.
Es una creciente modalidad de la propaganda política que, en este caso, puede ser presagio del ascenso de un ambicioso intendente del Tigre a presidente de la república. Indudablemente, la publicidad es tan necesaria para la venta de productos, como para la obtención de cargos electivos.
Lo que podemos señalar es la falta de mención a las obras y gestiones realizadas, como un ejemplo capital de la idoneidad de los postulantes, que se basan en la simpatía, las sonrisas perennes en sus rostros, las caricias a los niños, las palmadas piadosas a los ancianos, los gestos de populismo con los ingredientes infaltables de jingles, slogans y cotillón.
El decaimiento de la educación y la cultura de nuestro pueblo tiene fuerte incidencia en la formación política de los candidatos, cuya cantidad es excesiva, quince o más al momento, y su preparación y condiciones son de una pobreza alarmante. Ello conduce a que se apele a toda clase de recursos tendientes a obtener votos y que se evite el riesgo de sostener debates que no están en condiciones de afrontar.
Los votantes deben tener en claro que los votos no se compran ni se venden, que constituyen la única arma que poseen para decidir el futuro del país. El ciudadano debe analizar en conciencia la experiencia, la idoneidad y la moral del candidato, sin dejarse llevar por las promesas atrayentes y populistas que luego serán olvidadas. La simpatía, si bien importante, no puede decidir por sí sola un voto. La elecciones no están lejos y hay que prepararse.