sábado, 15 de noviembre de 2014

Reunión del G20 (1)


La intervención de la Argentina en los foros internacionales es desacertada y por lo tanto desfavorable a sus intereses. En la reunión del G20 en Australia que se iniciará el 20 de noviembre, se insiste equivocadamente en pretender la inclusión de un asunto no previsto en el temario.
Existían antecedentes que aparentemente no se tuvieron en cuenta, pues el conocimiento de los mismos era innegable. Con más de un año de anticipación, el 30 de octubre del 2013, la embajadora de Australia en Buenos Aires Patricia Holmes decía en un discurso "esperamos que la Argentina sea partícipe activo del debate sobre cadenas de valor mundiales en el G20, y que tome medidas concretas para liberar las importaciones y, lo que es más importante, brindar mayor certidumbre y previsibilidad al comercio y las inversiones para facilitar el desarrollo de infraestructura, en particular. El comercio genera empleo y crecimiento económico, y nosotros alentamos a la Argentina, no sólo al Gobierno sino a la sociedad en su conjunto, a participar más estrechamente en este debate y analizar los costos que le produce a la Argentina el proteccionismo comercial, tanto para los consumidores como en términos de crecimiento económico y empleo."
Posteriormente, el G-20 emitió un documento en el que dejó en claro que durante la reunión de presidentes que se hará en noviembre en Australia podrán debatirse públicamente los temas de deuda soberana, pero no habrá resolución alguna que de allí surja para instrumentar nuevos mecanismos legales.
En el documento final de esa reunión previa a la cumbre del G-20 se acordó que el tema de los fondos buitre sería derivado al FMI y no al seno de la reunión de presidentes que comenzó hoy.
De todos modos, a poco de arribar, Kicillof dejó en claro que buscará instalar el tema, al manifestar que la reestructuración de la deuda de los países soberanos "va a ser un tema del G-20".
El temario fijado para esta reunión es establ ecer una meta para elevar el crecimiento mundial en un 2% y buscar la identificación de 900 medidas para alcanzar esos objetivos. Pero en ningún lugar del menú oficial de los presidentes figura el reclamo de la Argentina para que se discutan nuevas reglas de juego en la reestructuración de deudas soberanas.
Queda en claro entonces que la insistencia de nuestro país está fuera de lugar, con mayor razón cuando la fijación explícita de los puntos a tratar data de más de un año. Por otra parte, en discusiones preliminares se nos había notificado que esa preocupación sería llevada al FMI.
Hay leyes y costumbres no escritas en la diplomacia que deben ser observadas. No es sensato ni prudente golpear insistentemente a una puerta cerrada cuando es obvio que no se abrirá.
Es indudable que este comportamiento obedece a una orden de la Presidente que, sabiendo que resulta inoperante, igualmente lo lleva a cabo para obtener un rédito en su política interna "patria sí, fondos buitres no." De esta manera se subrogan intereses nacionales e internacionales a 
intereses partidarios y personales.
Estaremos pendientes de los debates y conclusiones de esta importante reunión y de la participación que tendrán nuestros dos representantes, los Ministros de Relaciones Exteriores y de Economía, respectivamente.